El Madrid se ha vuelto a quedar a un palmo de jugar la final de la Copa de Europa. Varios factores se lo han impedido, siendo el fundamental la pesada losa que se trajo de Dortmund. Un 4-1 es muy difícil de levantar. Y aún así, anduvo cerca el Madrid que conseguirlo. Toda Europa ha visto hoy nuestra seña de identidad: la resistencia a la derrota. Faltaban 10 minutos de partido y el Madrid estaba a 3 goles de la clasificación, pero seguía buscandola de forma tozuda. La afición, que lo sabe, no dejó de animar en todo el partido.
Creo que no estamos en la final por el nefasto partido de Dortmund, del que ya hablamos el otro día. Tampoco ha habido suerte con el estado físico de dos de los más importantes: Ronaldo y Alonso no han estado en plenitud. Y, por qué no decirlo, me faltó esa ayuda arbitral que de vez en cuando te da el árbitro en Europa. La mano de Hummels al borde del área, un penaltito como el que tuvo el Dortmund en su cancha … ¡¡¡Quietos!!! No es que me haya poseido Mou y me esté quejando del arbitraje. Sólo quiero decir que a veces se equivocan a tu favor, sobre todo en casa y esta vez no fue así. Detalles.
El Madrid jugó muy bien al principio y al final. En los primeros veinte minutos consiguió acorralar al Borussia, y dispuso de tres claras ocasiones en las botas de Higuaín, Özil y Cristiano Ronaldo. No consiguió anotar, lo cual le pesó psicológicamente demasiado. El Dortmund, equipo ordenado y trabajado como para dar envidia, fue creciendo en el partido. Cada vez tenía más el balón, y el Madrid comenzaba a dar síntomas de cansancio. Con las gafas en el electrónico nos comimos el bocata.
En el segundo tiempo las mejores ocasiones las tuvo el Dortmund. Un gol amarillo hubiese acabado con la eliminatoria, y pudo llegar tanto en un zapatazo de Lewandosky al larguero como en la jugada en la que Diego López hizo la parada de la noche. Mourinho envidó con Kaká y Benzemá (fue muy pitada la sustitución de Higuaín, que personifica la fe) pero aquello seguía sin buena pinta. Khedira salió por un errático Alonso, que ha jugado dos de sus peores partidos con el Madrid en estas semifinales. Corría ya el minuto 82 y había gente que enfilaba el camino a casa… Y justo entonces llegó el primer gol, obra de Benzemá tras jugada de Kaká y Özil. El Bernabéu se puso a gritar, a dar el último aliento. Inexplicablemente, la gente creía… en el 88 marca Ramos el segundo y el coliseo de la Castellana rugió como en las grandes ocasiones. El árbitro alargó cinco minutos, los alemanes perdían todo el tiempo que podían, pero tenían el miedo metido hasta el tuétano… Pero no pudo ser. La sensación de que moríamos en la orilla después de jartarnos a remar nos invadió a todos. Sobre todo a Sergio Ramos, autor de un partido soberbio. El de Camas lloró abrazado a Casillas. Capitanes del Madrid. Gente decente.