Matinal en el Bernabéu con la herida de la eliminación en Champions aún supurando. Había ambientillo, pero la euforía sería mucho mayor de haber eliminado al Bayern. En cualquier caso, la vida, y la liga, siguen; y no debemos olvidar el gran mérito de la campaña blanca, en especial en la competición doméstica, donde enlaza 20 partidos seguidos sin perder (17 victorias y 3 empates, 54 de los últimos 60 puntos) Enfrente un equipo de Michel. Los équipos del antíguo dueño de la banda derecha del Real Madrid suelen ser más bien blanditos, y hoy no fue una excepción. El segundo gol del Madrid definió el partido: la pasividad defensiva de Coke es impropia de un jugador de primera división. En su descargo, habrá que decir que el Sevilla deambula por mitad de tabla, en tierra de nadie, a la espera de tiempos mejores.
En el Madrid fue titular Granero en detrimento de Khedira. Un jugador ofensivo por uno defensivo … y nuestra portería se quedó a cero. Los jugadores, cansados tras el partido ante el Bayern, se tomaron el partido con profesionalidad, sin alardes. Özil jugó hoy de extremo izquierdo, con Di María en el carril contrario y Benzemá y Ronaldo conformando el 4-4-2. Marcó el Sevilla, pero el trencilla anuló el gol por falta a Pepe. Y es raro, porque este árbitro tiene a gala que “pita poco” y, caray, una cosa es pitar poco y otra no aplicar el reglamento.
Mediado el primer tiempo y tras un servicio de Benzemá, Ronaldo hizo un recorte en el área que ríete tú de los de Rajoy. El defensa fue al suelo y el gol número 43 del portugués cayó como fruta madura. Antes de que acabase el primer tiempo pudo llegar el 44, pero el libre indirecto que señaló Mateu Lahoz dentro del área de los de Nervión – penalty con barrera que decía mi padre – se estrelló violentamente en la cepa del poste de Varas. La idea del luso fue perfecta y la ejecución, casi.
Nada más acabar el bocata – ni en las matinees los perdonamos – llegó el segundo gol del Madrid. Di María centra y Benzemá marca a placer ante la pasividad de la defensa sevillista. Y no tardó el tercero, fruto de un pase medido de Ramos desde la derecha – ¿lateral o central? – que Karim el grande volvió a embocar, esta vez tirándose en plancha.
En la última media hora no pasó casi nada, salvo la noticia de que el Madrid acabó con Albiol-Khedira en el eje. El Bernabéu, que abucheó a los Ultras cuando éstos vitorearon a Mourinho, cantó un par de veces el “campeones, campeones”. Después de tres años sin ella, la liga vuelve a estar del manos de quien más veces la ha tenido.