El Madrid ganó un torneo en el que era claro favorito, pero que es muy difícil de conquistar. Cuando el equipo europeo gana la Copa de Europa, se le empieza suponer triunfador de este mundialito de clubes, pues la diferencia con los campeones del resto de continentes es abismal. No hay mejor muestra de la poca eufora que ha generado este triunfo que la ausencia de la tradicional visita a la fuente de La Cibeles que sucede a cada título conquistado. En cambio, fuera de Europa se sigue el partido con interés y emoción, por lo que la parte de proyección mundial que tanto gusta a Florentino Pérez sí que se mantiene. Además, es el el título que más se enseña, pues su consecución permite lucir en el pecho una escarapela dorada que lo acredita.
Con el favoritismo del Madrid como premisa, el partido había que jugarlo. Enfrente, los cuervos de San Lorenzo plantearon un partido equivalente a comerte un berberecho con arena: incómodo, desagradable y lleno de interrupciones. El árbitro,guatemalteco, vaya usted a saber qué partidos ha arbitrado antes. Se vio soprepasado desde el principio, lejos de cortar la dureza y las protestas de los porteños. El Madrid estuvo a punto de caer en la trampa, pues Carvajal y Ramos contestaron a las entradas con la misma moneda. Llevábamos media hora cuando un ataque blanco acabó el corner. El maestro Kroos lo botó con la perfección de acostumbra y, otra vez, la camiseta blanca con el cuatro en la espalda se elevó por encima de las demás para rematar a gol. Ramos ha marcado siempre en semifinales y en la final de Copa de Europa y de Mundialito, registro histórico para un defensa.
El primer gol no cambió el planteamiento de los equipos. El Madrid siguió buscando el gol y San Lorenzo siguió rascando más de la cuenta. Marcelo se lesionó en el 43′, y si lo hizo en una jugada fortuita no fue porque los argentinos no quisieran ser protagonistas de la lesión. Antes del descanso Coentrao salió por el brasileño.
Al los cinco minutos de la reanudación llegó la sentencia del partido. Isco se inventó un pase magistral para Bale y el galés remató a puerta. Lo hizo reguleras, pero el portero argentino andaba con el tembleque y el balón se le coló por debajo del brazo derecho. El 2-0 era una suma inexpugnable para los cuervos, que ahora sí dejaron de dar patadas y se pusieron a jugar un poco al fútbol. Tanto que al final Casillas hizo un par de palomitas de ésas que tantas bragas mojan entre el periodismo patrio; pero quien estuvo más fácil de marcar más goles fue el Madrid. A Benzemá le rompieron la camiseta al intentar rematar (literal. El guatemalteco se hizo el lonchas) y Bale mandó un centro chut al larguero. Ronaldo intentó el gol de mil formas, pero esta vez no llegó. Cómo de bueno será el portugués que si no marca en dos partidos seguidos se convierte en noticia.
Así que el partido acabó con 2-0. Los madridistas se abrazaron con mesura mientras un utillero repartía camisetas con una escarapela sobre el logo de adidas que nos acredita como Campeones del Mundo. Ese escudo será una motivación adicional para nuestros rivales durante todo 2015.